Número 3696
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NÚMERO 3696
MONTEVIDEO, LUNES 28 DE FEBRERO DE 2011
República Oriental del Uruguay
DIARIO DE SESIONES
CÁMARA DE REPRESENTANTES
6ª SESIÓN (SOLEMNE)
PRESIDE LA SEÑORA REPRESENTANTE IVONNE PASSADA (Presidenta)
ACTÚAN EN SECRETARÍA LOS TITULARES DOCTORES MARTI DALGALARRONDO AÑÓN Y JOSÉ PEDRO MONTERO
XLVII LEGISLATURA
PRIMER PERÍODO EXTRAORDINARIO
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CÁMARA DE REPRESENTANTES
Lunes 28 de febrero de 2011
Texto de la citación
Montevideo, 23 de febrero de 2011.
LA CÁM AR A DE REPRESENTANTES se reunirá en sesión solemne, el próximo lunes 28, a la hora 10, en el Teatro 28 de Febrero de la ciudad de Mercedes, departamento de Soriano, en el marco de la celebración del Bicentenario de la Independencia.
MARTI DALGALARRONDO AÑÓN JOSÉ PEDRO MO NTERO S e c r e t a r i o s
Lunes 28 de febrero de 2011
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SUMARIO
Pág. 1.- Asistencias y ausencias ………………………………………………………………………………………………………………. 4
ORDEN DEL DÍA 2.- Celebración del Bicentenario de la Independencia. — Manifestaciones de varios señores Representantes……………………………………………………………………. 4
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1.- Asistencias y ausencias.
Asisten los señores Representantes: Pablo D. Abdala, Verónica Alonso, Fernando Amado, Gerardo Amarilla, José Amy, Andrés Arocena, Roque Arregui, Alfredo Asti, Julio Bango, Julio Battistoni, José Bayardi, Gustavo Bernini, Ricardo Berois, Daniel Bianchi, Marcelo Bistolfi, Gustavo Borsari Brenna, Graciela Cáceres, Fitzgerald Cantero Piali, Rodolfo Caram, Felipe Carballo, Germán Cardoso, Alberto Casas, Gustavo Cersósimo, Antonio Chiesa Bruno, Hugo Dávila, Walter De León, Gonzalo de Toro, Álvaro Delgado, Gustavo A. Espinosa, Guillermo Facello, Julio Fernández, Roberto Frachia, Jorge Gandini, Javier García, Mario García, Juan Manuel Garino Gruss, Aníbal Gloodtdofsky, Rodrigo Goñi Romero, Óscar Groba, Doreen Javier Ibarra, Pablo Iturralde Viñas, Luis Alberto Lacalle Pou, María Elena Laurnaga, Andrés Lima, Daniel López Villalba, José Carlos Mahía, Alma Mallo Calviño, Daniel Mañana, Rubén Martínez Huelmo, Graciela Matiaude Espino, Felipe Michelini, Martha Montaner, Gonzalo Mujica, Amin Niffouri, Gonzalo Novales, Raúl Olivera, Jorge Orrico, Miguel Otegui, Yerú Pardiñas, Ivonne Passada, Daniela Payssé, Guzmán Pedreira, Daniel Peña Fernández, Aníbal Pereyra, Susana Pereyra, Darío Pérez Brito, Pablo Pérez González, Esteban Pérez, Mario Perrachón, Ana Lía Piñeyrúa, Ricardo Planchón Geymonat, Iván Posada, Jorge Pozzi, Luis Puig, Daniel Radío, Nelson Rodríguez Servetto, Edgardo Rodríguez, Gustavo Rombys, Sebastián Sabini, Richard Sander, Víctor Semproni, Mario Silvera, Juan C. Souza, Martín Tierno, Hermes Toledo Antúnez, Daisy Tourné, Jaime Mario Trobo, Carlos Varela Nestier, Juan Ángel Vázquez, Walter Verri, Carmelo Vidalín y Dionisio Vivián. Con licencia: Alberto Perdomo Gamarra. Faltan con aviso: José Carlos Cardoso y Pedro Saravia. Sin aviso: Carlos Gamou, Alejandro Sánchez, Berta Sanseverino, Álvaro Vega Llanes y Horacio Yanes.
Mercedes, departamento de Soriano, a efectos de conmemorar el Bicentenario del proceso de emancipación del Uruguay. La Mesa invita a los señores legisladores, autoridades nacionales, cuerpo diplomático y público en general a ponerse de pie a efectos de entonar las estrofas de nuestro Himno Nacional. (Así se procede.- Aplausos) ——Tiene la palabra el señor Representante maestro Roque Arregui. SEÑOR ARREGUI.- Señora Presidenta, autoridades y estimado público presente: como hijo de este departamento, quiero dar la bienvenida a quienes hoy nos visitan, a quienes visitan esta tierra cargada de hechos históricos, centro de producción agropecuaria del país y, sobre todo, asiento de gente que tiene iniciativas y proyectos, y que aspira a nuevos y más logros como sociedad con afán de progreso. Como miembro de la Cámara -distinción que nos ha hecho la ciudadanía-, permítanme dar la bienvenida a este ámbito parlamentario a quienes hoy asisten a esta sesión solemne. Que la Cámara hoy sesione aquí tiene una gran trascendencia porque el Parlamento es la institución más representativa, símbolo de la democracia que caracteriza a la sociedad uruguaya, porque es el ámbito institucional donde la riqueza de la diversidad ideológica del país discute, debate y resuelve democráticamente sobre los temas que le competen. La Cámara de Diputados, al sesionar hoy en Mercedes, no lo hace en un día cualquiera: lo hace el 28 de febrero, fecha en que se cumplen doscientos años del Grito de Asencio y de la Toma de la Capilla Nueva, trascendente inicio del proceso de emancipación oriental. Latinoamérica entera está conmemorando, unos países antes y otros después, el bicentenario de los inicios de los procesos emancipadores. Conmemorar ello significa que nuestros pueblos tienen personalidad propia, tienen una identidad propia forjada a lo largo de los siglos, que queremos profundizar. Esa identidad se nutre de lo diferente, de las distintas vertientes de nuestros ascendientes, de las distintas formas de pensar en lo político, en lo religioso y en lo filosófico. Es esa identidad propia de los uruguayos que hemos construido a través del tiempo lo que nos da fortaleza como país. Y es esa forma de resolver nuestras diferencias -democrática y pacíficamente- que en
2.- Celebración del Bicentenario de la Independencia.
SEÑORA PRESIDENTA (Passada).- Está abierto el acto. (Es la hora 11 y 5) ——Habiendo número, está abierta la sesión. La Cámara de Representantes se reúne en sesión solemne en el Teatro “28 de Febrero” de la ciudad de
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algunas instancias tenemos los uruguayos lo que nos caracteriza. Por eso la dictadura fue y es repudiada por la sociedad uruguaya. Por eso esa larga y cruel noche que vivimos nos dejó grabada la lección de que bienvenidas son las convicciones y las pasiones que ellas despiertan, pero por encima de todo, y en el más pleno respeto a ellas, la democracia es un valor supremo. Lo fue desde las primeras asambleas orientales y lo es ahora. Cuando en tiempos no muy lejanos hubo quienes quisieron arrasar con el pluralismo, seña de identidad de nuestro pueblo, el pluralismo y las distintas convicciones se afirmaron, y juntos, como nación que construimos entre la lucha y el dolor, barrieron la prepotencia autoritaria. Es que el proceso emancipador se nutrió del neto cuño democrático del pensamiento artiguista, sintetizado en aquella expresión “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”. Este Grito de Asencio que hoy conmemoramos no fue un hecho fortuito, fruto de una casualidad; fue la consecuencia lógica y natural de un estado de situación en que varios factores contribuyeron a este alzamiento, entre los cuales pesa en forma determinante la Revolución de Mayo impulsada por círculos patricios bonaerenses estrechamente vinculados al comercio con Inglaterra, la oposición entre Montevideo y la campaña y el surgimiento de caudillos que incorporaron las masas rurales a la revolución dándole un carácter nacional y popular. Hay conceptos del historiador Roberto Ares Pons que quiero reiterar y compartir con ustedes. Decía: “La contradicción básica entre Montevideo y la Campaña, en la época colonial, procede de la asfixia económica padecida por el interior pecuario”; “Montevideo es el gendarme del monopolio, donde se acantona una reducida oligarquía de registreros peninsulares, que son los únicos beneficiarios del sistema”; “Montevideo aparece como el representante de un poder foráneo, impone leyes que se fundan en intereses ajenos”; “En la Campaña se va dibujando la fisonomía criolla, los gérmenes de la nacionalidad, que se divorcian cada vez más de lo europeo, de lo godo”; “Esa oposición entre Montevideo y la Campaña, encuentra en el gaucho su exponente más extremo y es por ello que en ese tipo humano se acusan más vigorosamente los gérmenes del carácter nacional”; “El
gaucho se opone además al hecho de la propiedad privada de las tierras y los rebaños, que se concreta en las estancias”; “En la medida que resiste a la dominación española (como a toda otra dominación extranjera), el país entero se vuelve gaucho, en mayor o menor grado”. Estimadas y estimados presentes y amigos: a lo largo de la historia rioplatense el conflicto entre federales y unitarios arrastrará a la oligarquía porteña a extremos que tocan los límites del genocidio, dirigido contra la masa popular. Conocido es aquel consejo de Sarmiento a un general en campaña cuando dijo: “No economice sangre de gauchos; no hay mejor abono para los campos de la patria”. Las ideas no pueden degollarse, pero los hombres sí. Un gran historiador, Carlos Machado, expondrá en “Historia de los Orientales”: “Cuando Artigas está en Santa Fe, estalla la revuelta, precipitadamente. ‘Ya no es posible de ningún modo contener a la gente’ escribe Pedro Viera, justificando el apresuramiento. La montonera congregada por Viera y Benavídez a orillas del Asencio, ocupó el 28 Mercedes y Soriano (‘no es una partida de salteadores como se ha divulgado por estos destinos’ oficiaron a los gobernantes locales, aunque algún expediente posterior de fuentes enemigas, vuelva a calificarlos de ‘ladrones’) disponiendo enseguida comunicar el hecho a Artigas”. Luego, continúa: “El 20 de marzo, Javier Elío, titulado virrey, amenaza a toda la campaña. ‘Mirad que a mi sola orden entrarán 4.000 portugueses, y con la expedición que ha salido a la campaña, cogidos entre dos fuegos, no podéis escapar, ni entonces os valdrá el arrepentimiento; todavía ahora tenéis ocasión; retiraos, os digo otra vez, a vuestros hogares, y si no me obedecéis, pereceréis sin remedio, y vuestros bienes serán confiscados’.- Al mes, justamente, de Asencio, Artigas está en Paysandú de regreso. La Junta lo nombró teniente coronel y prometió ayudarlo con 5.000 pesos, de lo que adelantó solamente 200. Expresa su disgusto por ciertos desmanes provocados por tropas rebeldes en Soriano y su preocupación por la desavenencia que surgió entre Viera y Benavídez”. Ejemplo de la firme decisión revolucionaria de continuar el proceso emancipador es la resistencia de Santo Domingo de Soriano, el bombardeo posterior y la invasión por las fuerzas españolas enviadas por el Gobierno de Montevideo, fiel a España, que no podía
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permitir una afrenta como la del Grito de Asencio y la Toma de la Capilla Nueva. Los orientales triunfaron y la ofensiva revolucionaria comenzó. La proclama que formula Artigas en Mercedes traza el camino. Los continuos éxitos militares orientales se suceden uno tras otro teniendo como el eslabón más resonante a la Batalla de Las Piedras. Así comienzan a surgir los gérmenes de nuestra nacionalidad, cuando tras la conducción del prócer se van incorporando los gauchos, los terratenientes enfrentados al monopolismo y también los curas rebeldes. Dirá Vigodet al obispo Lué: “Los pastores eclesiásticos se empeñan en sembrar cizaña, en enconar los ánimos y alterar el orden”; “(…) los curas de los pueblos son los que más parte han tomado en la revolución”. Artigas fue, al decir de Ares Pons, una de las figuras más completas, equilibradas y luminosas de la Revolución Americana y las proyecciones de su acción crecen a medida que la historia transcurre. Es que Artigas, estimadas y estimados Diputados y presentes, superó lo que fueron las acciones militares que con gran acierto llevó a cabo. Su pensamiento en lo económico, en lo social y en lo político trazó sendas para el futuro. Las ideas de justicia social en la defensa del criollo pobre, del negro y del indio, plasmada en la expresión “Los más infelices serán los más privilegiados”, nos siguen convocando a todos. Hoy, cuando la educación está en el centro de las grandes preocupaciones, está más vigente que nunca, a casi dos siglos de estampada, la frase de Artigas: “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”. El humanismo vigente en su accionar forma parte del sentimiento nacional. ¡Cómo no sentirnos representados todos plenamente cuando en la Batalla de Las Piedras, Artigas expresó: “Clemencia para los vencidos. Curad a los heridos. Respetad a los prisioneros.”! Y junto a todo el ideario, José Artigas tuvo la enorme virtud de sembrar fuertes simientes de nuestra nacionalidad y de haber logrado cohesionar en las luchas emancipadoras a gauchos, a indios, a negros, a mestizos, en busca de un destino común. Abandonar todo lo material para seguir al conductor en el Éxodo, compartiendo adversidades y vicisitudes, significó un pueblo en marcha. Escribirá Artigas: “Toda la Banda Oriental me sigue, unos quemando sus casas y
los muebles que no podían conducir; otros caminando leguas a pie […] por haber consumido sus cabalgaduras […] mujeres ancianas, viejos decrépitos, párvulos inocentes, acompañan esta marcha”; “los indios infieles abandonando sus tolderías”. Y Rondeau reconocerá ello al afirmar: “Toda la campaña hecha un desierto; me aseguran que pueblos de numeroso vecindario se abandonan, sin quedar en ellos un solo hombre”. Hoy, todos reconocemos en José Artigas al luchador, al conductor y sobre todo a quien tuvo la visión de imaginar para los orientales y para las otras provincias, una tierra de libertades, de mayor igualdad, de desarrollo económico, de ruptura con el monopolismo y de adhesión y defensa del régimen federal. Ello le significó entrega total, sufrir traiciones, una historia negra y hasta que se le pusiese precio a su cabeza en un decreto donde se le calificaba de “bandido incorregible […] obstinado y delincuente […] perjuro, ingrato, insensible […] de carácter sanguinario y opresor […] enemigo de la humanidad y de la patria […] se recompensará con seis mil pesos al que entregue la persona de D. José Artigas, vivo o muerto”. Permítasenos, visitantes de nuestro departamento, manifestar nuestro sano orgullo de que nuestro prócer, el Protector de los Pueblos Libres, haya vivido y armado familia en la entonces Santo Domingo de Soriano. Nuestra bandera dice: “Aquí nació la patria”; es que tuvimos el privilegio de que el Grito de Asencio, la toma de la Capilla Nueva, la Proclama de Mercedes, la Batalla de Soriano, el Desembarco de los Treinta y Tres Orientales, la Acción de Dolores y otros hechos más, se protagonizaran aquí. A doscientos años del inicio del proceso emancipador, el Uruguay entero conmemora dicho proceso. Con un sentido integrador entre Montevideo y el interior, en los 19 departamentos, sentimos que hay una historia que nos une a todos. Estas conmemoraciones que desarrollamos en el presente nos comprometen a todos. Seremos dignos de quienes construyeron este país y del legado artiguista si somos capaces de seguir fortaleciendo la democracia y la libertad, de seguir construyendo un país de progreso al servicio de todos los uruguayos,
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de no cejar un minuto en bregar por la justicia social, sabiendo que ello es generador de igualdad y de justicia y de que tenemos que legar a las generaciones que nos suceden un país mejor. No hay que creer que el destino de los uruguayos se construye en solitario dentro de las fronteras políticas; está ligado a la región y a Latinoamérica. Y quienes creemos en la posibilidad de un mundo mejor, debemos tejer a nivel internacional los lazos que la Humanidad requiere. Muchas gracias, señora Presidenta; muchas gracias, señoras y señores, y autoridades presentes. ¡Viva la justicia social! ¡Viva la democracia! ¡Viva la patria! (Aplausos) SEÑORA PRESIDENTA (Passada).- Tiene la palabra el señor Representante Novales. SEÑOR NOVALES.- Señores ex Presidentes, señora Presidenta de la Cámara de Representantes, señor Intendente de Soriano… Aquí, en las presentaciones, voy a hacer un paréntesis para saludar especialmente a la señora Marta Viera, por ser descendiente directa de “Perico El Bailarín”, el querido Pedro José Viera. (Aplausos) ——Tenemos un uruguayo descendiente de Pedro José Viera a quien también me dirijo con el máximo de los respetos. Precisamente, a este teatro, hace no muchos días, se lo designó con el nombre de Hernán Viera Castro, también descendiente directo de “Perico El Bailarín”, quien tuvo destacadísima actuación en todo lo que tiene que ver con el arte y las tradiciones, con el respeto máximo por todas estas cosas. Felizmente, estamos en el escenario del teatro Hernán Viera Castro, descendiente directo de “Perico El Bailarín”. (Aplausos) ——Señores Ministros e integrantes del Poder Ejecutivo, señores Representantes, señores Senadores, señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, señores Ediles Departamentales y señores Intendentes, autoridades militares, policiales y eclesiásticas, señores miembros del Cuerpo Diplomático, sorianenses, conciudadanos: con enorme alegría y emoción como uruguayo en primer lugar, y como sorianense des-
pués, debo decir que estamos viviendo este extraordinario día de conmemoración de lo que la historia conoce como “Grito de Asencio”. Este hecho es unánimemente aceptado como el inicio de la Revolución Libertadora en la Banda Oriental. Todos los uruguayos viviremos con gran unción patriótica, en este año 2011, los festejos previstos con extraordinario acierto por la Comisión Interinstitucional creada por la Ley N° 18.767, que declaró 2011 como el “Año de la celebración del Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental” y reconociendo, además, la participación fundamental de la figura de José Gervasio Artigas. La mencionada Comisión resolvió que los ejes de la conmemoración -no por orden de importancia sino por orden cronológico- fueran los siguientes: primero, el Grito de Asencio; segundo, la Batalla de Las Piedras y tercero, el Éxodo del Pueblo Oriental. Hoy aquí, en Mercedes, estamos viviendo una jornada que quedará grabada para siempre en la memoria de todos los uruguayos, y muy especialmente en la memoria de todos los sorianenses, y no solo por la realización de esta sesión solemne. Debo agradecer especialmente a la señora Presidenta Passada por esto. En el día de mañana se cumplirá un año del momento en que asumió en su cargo; cuando comentó cuáles iban a ser las prioridades de su Presidencia mencionó que una de ellas sería, precisamente, valorar ese acto del Grito de Asencio. Cuando nosotros, con los señores Diputados Amy y Arregui -y no es una alusión a los señores Diputados, por lo cual solicito que no pidan la palabra para contestarla… (Hilaridad) ——…nos apersonamos para hablar con ella, nos prometió y cumplió, que iba a dar el destaque que corresponde a ese 28 de febrero de 1811. Hoy, todos los uruguayos estamos unidos como corresponde para recordar con fervor patriótico estos hechos que constituyen los lazos que nos hacen ser la gran nación republicana, democrática e independiente que hoy somos y a la cual, permanentemente y en el lugar que sea, nos sentimos orgullos de pertenecer. En estos días, en estos meses, se ha difundido gran cantidad de artículos y estudios relativos a estos hechos históricos de 1811, por lo que teniendo presente la gran difusión que ha tenido, y la necesaria
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brevedad de mi intervención, no me referiré al 28 de febrero estrictamente como un hecho histórico, sino que lo voy a enfocar desde otro punto de vista que me parece que hace falta reconocer. Como fecha patria, al 28 de febrero no le ha sido fácil. ¿Por qué? Porque debido a circunstancias que desconocemos, prácticamente estaba en el olvido. Originariamente figuraba en los almanaques en números rojos, y debido a la desatención de parte de las autoridades, pasó a ser una fecha prácticamente desconocida en todo el Uruguay, menos en el departamento de Soriano. Precisamente en el día de hoy, en la primera página de un matutino, se reproduce un artículo del profesor Washington Lockhart, fechado en 1989, en el que establece su disconformidad y protesta porque el 28 de febrero, una de las fechas más importantes del país, estaba yaciendo en el olvido. Esto lo decía el profesor Lockhart en 1989. Han tenido que pasar doscientos años para que las autoridades -gracias a Diosse hayan acordado y valoren lo que ha sido ese grito de rebelión. (Aplausos) ——Es así que en el año 2005 presentamos un proyecto de ley en forma conjunta con el señor Diputado Arregui, y que luego se transformara en la Ley N° 17.868. La referida ley establece, modestamente, la declaración de feriado laborable departamental -ni siquiera nacional- el 28 de febrero de cada año. Esta fecha estaba tan ignorada y desconocida a nivel oficial, que tuvimos que presentar ese proyecto de ley para ponerla sobre el tapete. En el año 2007, también con mi colega, presentamos otro proyecto por el cual se establecía el 28 de febrero de cada año como feriado nacional laborable, y así tener la posibilidad de que esa fecha figurara en rojo en el almanaque y se considerara, por lo menos para que la gente que no es del departamento de Soriano tuviera curiosidad al principio, e inclinación después, por saber qué se conmemora. Es aquí donde quiero destacar, reconocer y valorar a quienes fueron los actores principales y quienes impidieron durante decenas de años que esta fecha pasara desapercibida -ustedes los han visto hace al-
gunos minutos en el parque Asencio-, es decir, los gauchos, nuestros gauchos… (Aplausos) ——…que permanentemente estuvieron presentes desde el comienzo de la revolución, que fue una revolución desde abajo, pues aquí no estuvieron la gente de Lautaro ni los votos de Córdoba, sino que fue una revolución del gauchaje, cansado de las inequidades que establecía el sistema colonial. Es así que después de doscientos años de iniciada esa Admirable Alarma, hoy se comienza a hacer justicia con esa fecha. También queremos homenajear a las sociedades criollas y nativistas, que permanentemente estuvieron para preservar e incentivar el recuerdo. Como mercedario, como sorianense, quiero hacer un homenaje a una cantidad los historiadores -muchos de ellos ni siquiera eran de Soriano o de Mercedes- que siempre estuvieron preparando y estudiando este tema, y es lo que ha hecho carne y conciencia en los estudiosos de que esto tiene que ser festejado como se debe. Los estudiosos lo asumieron, los políticos lo ignoraron y hoy es el momento de que se restablezca esa situación de injusticia, porque no es justo que festejemos fechas patrias de otros y de otras razas… (Aplausos) ——… cuando estamos ignorando nuestras fechas y las de nuestra raza. También quiero destacar el gran trabajo de las asociaciones patrióticas de todos los pueblos de este departamento y del Uruguay, gente desinteresada, enamorada de su tarea, que es la verdadera obrera de los festejos patrióticos. Ni qué hablar del Centro Histórico y Geográfico de Soriano, una gran institución que desde hace decenas de años ha realizado los estudios más serios, con profesores y estudiosos del mejor nivel. Eso ha llevado a que tengan un museo; yo exhorto, sobre todo a quienes nos visitan, a ver el trabajo de ese Centro del cual estamos orgullosos. Quiero agradecer y reconocer a los gauchos y paisanos, a las asociaciones patrióticas y el Centro Histórico de Soriano.
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Tal vez a quienes no son del departamento les haya llamado la atención la frase que figura en la bandera y el escudo de Soriano: “Aquí nació la patria” Esta frase no es casual ni pretende rivalizar con otros departamentos, que también tienen sus lugares de interés, históricos, económicos, geográficos y turísticos. Como sorianenses, nosotros tenemos orgullo de pertenecer a este departamento. Brevemente voy a narrar algunos hechos históricos que avalan la frase: “Aquí nació la patria”. Presten atención a las fechas. En 1527 una expedición de Gaboto sube por el río Uruguay, y al llegar a la desembocadura del río San Salvador establece un asentamiento -que no duró muchos años- donde se plantaron las primeras semillas de trigo. Es decir que la agricultura de nuestro país, uno de los principales y fundamentales motores de nuestra economía, comenzó en la zona que se conoce como el granero de la República. En 1611, Hernando Arias de Saavedra, Hernandarias, introduce los primeros vacunos en la confluencia de los ríos Negro y Uruguay, en la zona de la Villa Santo Domingo de Soriano, iniciándose así la explotación de otra de nuestras grandes riquezas, nada menos que uno de los dos pilares fundamentales de nuestra economía. Es bien sabido que en la confluencia de esos dos ríos se fundó una de las poblaciones más antiguas de nuestro Uruguay: Villa Santo Domingo de Soriano. En 1722 ya se menciona la existencia de una calera -cuyos restos aún perduran a pocos metros de aquí-, sobre el arroyo Dacá, siendo la extracción de piedra caliza la industria más antigua de nuestro país. Por lo tanto, la agricultura, la ganadería y la industria tuvieron en Soriano las primeras manifestaciones. A fines de febrero de 1811 sucedió lo que ya se ha descripto como la Admirable Alarma, que hoy motiva estas conmemoraciones. El 4 de abril de 1811 -fecha mencionada por mi colega, pero que también es en gran parte desconocida- tuvo lugar el bombardeo de la Villa Soriano. Un evento que hay que destacar y valorar. Una vez producida la toma de Villa Soriano, los españoles tratan de abrir un segundo frente, intentando desembarcar en ese lugar para liquidar la trinchera revolucionaria. De esta forma se desarrolla un bombardeo feroz, que
termina con un intento de desembarco, que fue rechazado por las tropas patriotas al mando de Estanislao Soler. Junto a él -que han sido recordados para siempre en un pequeño monumento en la plaza de Villa Soriano- estaban aquellos fieles, prácticamente desconocidos: Francisco Bicudo, Ignacio Barrios, Eusebio Silva y Bartolomé Quinteros. Eran unos criollos que nosotros no debemos olvidar; siempre debemos recordar a quienes dieron su vida y su sangre para que hoy nosotros podamos festejar. Como fecha importante quiero recordar el 9 de abril de 1811, cuando Artigas instala el primer cuartel general de la revolución oriental, en las inmediaciones de lo que hoy es la plaza Independencia de Mercedes. El 11 de abril de 1811 el entonces teniente coronel Artigas da a conocer su vibrante Proclama de Mercedes, a través de la cual exhorta a los orientales a la lucha, constituyéndose en una pieza épica de fervor revolucionario. El 15 de abril de 1811 Artigas pasa revista al primer ejército patriota, al que llamará “Compañía Patricia de Infantería Ligera del Río de la Plata”, lo que tal vez sea el nacimiento de nuestro Ejército nacional. Entre el 31 de octubre y el 13 de noviembre, cruza por Soriano el Éxodo del Pueblo Oriental. Luego, el 19 de abril de 1825, en una segunda de etapa de esta patria revolucionaria, en el reinicio de la revolución, se produce el desembarco de los 33 Orientales en la playa de la Agraciada, al mando del general Juan Antonio Lavalleja, que culminará con el éxito que todos conocemos. El gran desafío que nos espera de ahora en más para los próximos años, la gran batalla que debemos dar todos no será con olor a pólvora, no será con acero, ni con el retumbar de los cascos de los caballos, sino con energía renovable, con el cuidado del medio ambiente y, sobre todo, con educación, que necesariamente deberá ser una política de Estado a perdurar en el tiempo para ser eficaz a efectos de que tal vez seamos mejores orientales. Ya lo decía José Pedro Varela Berro: “La ilustración del pueblo es la verdadera locomotora del progreso”. Educación digna, justa, igualitaria es imprescindible para tener futuro como nación. Solo resta agradecer la presencia de todos ustedes. Reitero mi agradecimiento a la señora Presidenta
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Passada, quien siempre ha sido muy receptiva con todas nuestras inquietudes. ¡Viva la patria! (Aplausos) SEÑOR AMY.- Señora Presidenta: muchas gracias por acceder a la petición de sesionar aquí en un día tan especial para todos los sorianenses. Señores Diputados; señor ex Presidente doctor Luis Alberto Lacalle; señores Senadores, señores Ministros, señores Intendentes, señores Ediles, señores Concejales, Alcaldes, autoridades civiles, militares, religiosas, policiales, compañeros del cuerpo diplomático destacado en nuestro país: muchas gracias por acompañarnos. Señoras y señores todos, sean bienvenidos aquí, a este suelo donde nació la patria. Voy a aceptar el convite de mi colega Diputado Novales. Es de estricta justicia que este escenario donde hoy estamos celebrando esta jornada tan magnífica se haya designado con el nombre de Hernán Viera Castro. Quiero hacer una referencia especial a este tema porque más allá de que Hernán, indudablemente, no profesaba mi ideología, siempre tuve un gran aprecio, un gran afecto por el aporte cultural que hizo a esta colectividad. Tanto fue así que cuando actuamos como Ediles, promovimos y a instancias del Intendente logramos llevar adelante, la iniciativa de que este escenario se llamara Hernán Viera Castro, dilecto representante de la familia Viera que, de alguna manera, tiene a su hijo más insigne en “Perico El Bailarín”. También quiero comentar que me siento profundamente agradecido al pueblo de Soriano por darme la oportunidad de representarlo en una fecha tan especial como esta. A principios de 1800, los acontecimientos en América se precipitaron por senderos revolucionarios. Los hechos provenientes de Europa, ocupada por el avance de Napoleón, repercutirán en la estructura del sistema colonial español de manera irreparable. A este respecto, los portugueses y los españoles, previamente, a través de las reformas, intentan hacer un reajuste en sus sistemas coloniales, con el objeto de continuar haciendo funcionar las viejas estructuras virreinales.
Los acontecimientos europeos que tienen tanto a Carlos IV como a su hijo Fernando VII como presa de las fuerzas del Emperador de la República Francesa Napoleón Bonaparte, llevan a la abdicación del primero en nombre de su hijo, el príncipe de Asturias y, a su vez, este debió abdicar en nombre de José Bonaparte, hermano de Napoleón, que asume el trono como José I de España, apodado “Pepe Botella” por su afición a las bebidas espirituosas. Esta situación descabeza, indudablemente, el sistema colonial, deja en desgobierno total y absoluto al imperio español, vuelve inoperantes las reformas antes mencionadas y le imposibilita preservar la vastedad de sus dominios, permitiendo así que, por las hendijas de la opresión, se colaran las ideas del Iluminismo. Los valores de libertad, igualdad y fraternidad serán fundamentales en un movimiento que va a apuntalar el proceso revolucionario cuya meta era la independencia. Dijo Bartolomé Mitre: “El verdadero objetivo que persiguen es la propia independencia”. Quiero hacer referencia aquí a quienes de alguna manera marcaron un hito en la historia nacional, a esos grandes maestros que fueron Reyes Abadie, Bruschera y Melogno. Voy a citar su obra “El Ciclo Artiguista” Tomo 1, donde sostienen, haciendo mención a estos primeros acontecimientos del “Año XI”: “En la dialéctica de la emancipación iberoamericana juegan dos líneas antagónicas: por un lado, el afán de poder, de ascenso y de prestigio sociales, y de pleno disfrute de la riqueza, de los patriciados de las ciudades capitales; y por el otro, el sentimiento de liberación de los pueblos, interpretado por los grandes caudillos, tendiendo a ganar, en la independencia, la plenitud del ser histórico continental.- Prevalecerá, como es notorio, el orden patricio, erigiendo sobre las trazas del heredado régimen borbónico, los Estados ‘nacionales’, recortados y segmentados sobre el cuerpo histórico de la nación iberoamericana. Y cada uno de ellos, constituido, desde el centro capitalino del poder, a imagen y semejanza de sus minorías dirigentes, unidas por el cordón umbilical del comercio ultramarino del imperio inglés, y enajenadas por la refracción de las ideas importadas, al universo liberal de la pujante burguesía europea”. Se trata aquí de una manera magnífica -como lo hicieran en tantos trabajos- la situación y la dicotomía que se iba a producir en esos prolegómenos revolucionarios.
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En el Río de la plata, una pequeña élite intelectual había tenido oportunidad de acceder a Rousseau y Montesquieu y los tendrá como protagonistas. Pero fundamentalmente las capitales, sobre todo las portuarias, cosmopolitas, abarcativas, con vocación universal, serán los grandes motores que impulsen los rumores y transmitan influencias, que exacerben los comentarios y las noticias que llegaban desde Europa, dando muestras de las convulsiones que aquel continente tendría. La subrogación del Virrey Cisneros por la Junta patricia de Buenos Aires trazó su camino en base al accionar de una doble fachada: por un lado, mantener estas tierras bajo dominio de Fernando VII y, por el otro, las verdaderas intenciones tras la máscara de Fernando VII: la independencia. Es así que el 25 de mayo, preso Fernando VII en Bayona, se da el movimiento juntista porteño, la denominada “Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre de Don Fernando VII”, la que defendería sus principios, desconociendo a aquellos que decían ser los legítimos representantes del Rey de España, a través de las Juntas Gubernativas de la Península. Por otra parte, Montevideo mantenía disputas con Buenos Aires a partir de su habilitación como puerto, lo que llevó a que se diera una situación de confrontación que la historiografía reconoce como la lucha de puertos. Además, encontró en las Invasiones Inglesas un elemento agravante que marcó claramente a nuestra capital con una impronta de fidelidad regia al jurar respeto al Consejo de Regencia instaurado en España, convirtiéndose así en un reducto españolista de gran entidad. La definirán: la plaza fuerte que espera la restauración del monarca apresado. Quiero traer a colación a otro historiador nacional, Agustín Beraza, que en su libro “La Revolución Oriental de 1811”, de 1961, expresaba con respecto a la revolución: “Esta era inevitable. La crisis que afectaba la metrópolis era propicia para que a la sombra de los intereses económicos se viniera elaborando la idea de emancipación.- Los acontecimientos peninsulares de 1810 producidos entre los días 18 y 25 de mayo, fueron los que determinaron la oportunidad del movimiento, agudizando la agitación, que ya conmovía públicamente a las clases dirigentes de la colonia”.
Montevideo, beneficiada por su situación geográfica y su particularidad política, se pone a cubierto y en posición de resistir el embate de los verdaderos intereses de la Junta de Mayo. Armará su estrategia apelando a dos aspectos: por un lado, continuar siendo fiel a su venerado Fernando VII y, por el otro, evitar perder terreno y beneficios de su condición de ciudad-puerto. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, ante los ojos de los integrantes del interior profundo del Virreinato del Río de la Plata, la Revolución de Mayo era la sustitución de una oligarquía española por una oligarquía bonaerense. Para ellos se había cerrado la época del señorío peninsular y se abría la del señorío porteño, escondido tras la hermosa expresión liberal: “Buscamos la libertad de los pueblos”. Atraídos por la consigna que planteaba la Junta de Mayo serán presa de su seducción los orientales, quienes desde un principio veían en el reclamo de una libertad sin condiciones la salida a mucha de la opresión que vivían en esos momentos y que se incrementaba, día a día, a mano de las autoridades montevideanas. Mientras tanto, Elío, en nuestro territorio, al ver deshilacharse las autoridades regias en la vecina orilla y con el objetivo de aumentar su autoridad, ejerce mayor presión sobre los habitantes de nuestra tierra, volviéndose autoritario, déspota e irreflexivo, a lo que se suma la acuciante situación del erario real, por lo que tuvo que imponer el alojamiento compulsivo de las tropas por parte de particulares, que debían mantenerlas y permitirles su pernoctación, y también aumentó decididamente las cargas fiscales sobre nuestros ciudadanos. Un diagnóstico de la situación lo da el futuro Jefe de los Orientales, José Artigas. A tal efecto, Clemente Fregeiro, allá por 1886, en su obra “Artigas: documentos justificativos”, recoge la palabra de nuestro prócer: “Yo fui testigo de la bárbara opresión bajo la que gemía toda la Banda Oriental, como la constancia y las virtudes de sus hijos, conocí los efectos que podía producir y tuve la satisfacción de ofrecer al gobierno de Buenos Aires que llevaría el estandarte de la libertad hasta los muros de Montevideo”. La conspiración de Casablanca del 11 de febrero de 1811, impulsada, entre otros, por el párroco patriota Silverio Martínez, dará inicio a lo que la historiografía llama el “Año XI”, el que estará cargado de acontecimientos y tendrá como protagonistas a este,
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nuestro Grito de Asencio, que hoy conmemoramos, pero también a esa magnífica gesta que fue la Batalla de las Piedras, el Primer Sitio, las Asambleas orientales y, finalmente, al pueblo, que acompañará a su líder en el Éxodo. El llamado Grito de Asencio es una prueba más del estado de anarquía de nuestra campaña. Las autoridades del imperio español en nuestro territorio se veían impedidas de ejercer el poder real. En este caldo de cultivo es que un grupo encabezado por Pedro Viera y Venancio Benavídez dará el primer grito de libertad. Eso fue a orillas del arroyo Asencio, un día como el de hoy pero del año 1811, hace doscientos años. Por aquel entonces, dijo José Artigas: “Un puñado de patriotas cansados de las humillaciones había decretado su libertad en la Villa de Mercedes”. Lo describiría como la Admirable Alarma, encendiéndose así la mecha de la libertad por todo el territorio nacional. El pronunciamiento de Asencio como hecho militar en sí es discutible. Hay dos corrientes; no voy a abrir el debate ni a profundizarlo, pero sí creo que la trascendencia memorable que nada menos que Artigas le atribuye radica en que fue la alborada de la revolución. Una revolución que empieza a remover a las masas y muestra ya su signo más evidente: su carácter predominantemente rural. Este carácter hacía que los españoles la consideraran como partida de salteadores y aplicaran duros calificativos a la masa popular campesina alzada. En efecto, el alzamiento de 1811 respondió a un anhelo colectivo de los hombres del campo, pueblo desvalido y “vecinos establecidos poseedores de buenas suertes”, que expresaban así su angustia y su protesta, pero a los que faltaba aun para darle cohesión y posibilidades de éxito, como decía Joaquín Suárez: “el hombre de armas tomar que reuniera a las masas”. Ese hombre será, como lo había diagnosticado oportunamente Mariano Moreno y como lo sabían las autoridades españolas conocedoras de su peso en la campaña, don José Gervasio Artigas. Un trabajo individual de Oscar Bruschera, publicado en Marcha el 24 de febrero de 1961, titulado “Asencio inicia la Guerra Gaucha”, sostiene: “Los paisanos no entendían de estrategia ni de oportunidad, ni medían lo flaco de sus recursos frente al formidable poder militar y marítimo de Montevideo. Sí quedaban librados a sus solas fuerzas, solo sentían el mensaje
de solidaria decisión que recogían en la campaña entera y, por ende, se impacientaban con las dilatorias. Querían obrar. Ellos pusieron en marcha la revuelta en la mañana de Asencio”. Por otra parte, Lorenzo Bélinzon, en “La revolución emancipadora uruguaya” -Montevideo, 1931, Tomo 1- da cuenta de la característica de los jefes de esta primera hora. Dirá: “Venancio Benavídez era un dominador de multitudes campesinas; alto, fuerte y recio, había sido Cabo de las tropas realistas. Buen jinete, estaba poseído de una actividad extraordinaria y podía correr a caballo grandes distancias sin fatigarse. Tenía una intrepidez a toda prueba y no retrocedía ante las acciones arriesgadas. Era todo pasión y vehemencia; sus exaltaciones lo llevaban a cometer los actos más contradictorios, desde el delirante patriotismo hasta la traición más desconcertante; alma inquieta, fue un torrente sin cauce”. Con respecto a Viera, el otro iniciador de la insurrección, dirá: “(…) era natural de Río Grande, por lo tanto Viera era castellanizado del Veira portugués, pero residía en el país desde hacía muchos años y había desempeñado el puesto de administrador de la estancia de Cayetano Almagro. Amaba intensamente la libertad, lo que le impulsó a dirigir las masas gauchas contra el gobierno hispano. Su carácter jovial lo rodeaba de muchas amistades. Por su afición a los pericones y por su habilidad para bailar con zancos, era conocido como ‘Perico, El bailarín’ “. Será días después del 28 de febrero cuando Pedro Viera se dirija a la Junta de Buenos Aires dando cuenta de la entidad de los hechos y comisionando, a tales efectos, al Regidor del Cabildo, José Fernández, para que, como testigo ocular, ampliara la información y solicitara más auxilios en armas y municiones. El documento de que da cuenta sostiene la existencia de un “incomparable fuego de patriotismo y de aquel deseo de ser útil a la patria”. Francisco Bauzá, en la “Historia de la dominación española en el Uruguay”, Tomo 3, dice: “Cundió la chispa revolucionaria por entre los distritos más inmediatos prosiguiendo hacia otros más lejanos. Así serán Blas Basualdo, Baltasar y Juan Antonio Ojeda, Manuel Pintos Cardeiros, Hilario Pintos y Pedro Pablo Osuna”, algunos de los elementos dinamizadores que propendieron a llevar la gesta de Asencio por todo nuestro territorio. Estos patriotas, como destacaba Agustín Beraza en la ya citada “Revolución Oriental 1811”, inte-
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grarán el Primer Ejército Oriental, al que, posteriormente, el 21 de abril, Artigas denominará como “El Ejército Nuevo”. Así, dejarán de ser hombres sueltos de los campos para intentar llevar adelante un movimiento con cohesión, deseoso de un caudillo que aparecerá pronto, pero indudablemente, de aquí en más, será el inicio de un largo proceso que llevará a nuestros hombres y mujeres por una senda de triunfos y derrotas que culminará, en parte, recién en 1830 con la jura de nuestra primera Constitución. La gesta de Asencio que conmemoramos, hoy como nunca es un fiel ejemplo de una empresa que a primera vista parecía imposible, llevada adelante en situaciones de extrema dificultad, dotada sí de una coyuntura favorable, pero con un futuro incierto; con desiguales prestaciones, pero imbuida de un gran espíritu patrio revolucionario que demostró, una vez más, que sí se podía. Permítaseme, para terminar, incurrir en un dislate cronológico que en especial mi maestro Manuel Santos Píriz -que anda por ahí-, no me perdonaría, pero creo que la oportunidad bien vale la pena. Me voy a referir a una frase del Primer Ministro de Inglaterra, que en la Segunda Guerra Mundial, acuciado por el bombardeo nazi, decía que tenían una deuda eterna con aquellos pilotos de la Real Fuerza Aérea. Creo que también nosotros tenemos una gran deuda tanto con Pedro Viera y Venancio Benavídez como con todos aquellos gauchos. Bien vale la pena repetir aquella frase, que decía: “Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”. (Aplausos) SEÑORA PRESIDENTA (Passada).- Tiene la palabra el señor Diputado Posada. SEÑOR POSADA.- Señora Presidenta de la Cámara de Representantes; señoras y señores Representantes nacionales; señores Presidente y Vicepresidente de la República; doctor Luis Alberto Lacalle; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Leslie Van Rompaey; señores Senadores; señores Ministros y Subsecretarios; autoridades partidarias aquí presentes -destaco la presencia del Presidente del Frente Amplio, ingeniero Brovetto; del Secretario General del Partido Colorado, Senador Bordaberry, y del Presidente del Partido Independiente, don Pablo Mieres-; autoridades civiles y militares: los hemos convocado, Diputadas y Diputados de todo el país, para venir a Soria-
no a rendir tributo al primer eslabón de la Revolución Oriental, aquí donde se prendió el fuego de una revolución que, sin duda, marcó como ninguna otra, en términos de valores, esta patria nueva. Aquí en Soriano, como bien lo testimonia José Artigas, comienza, de alguna manera, a abrirse paso ese grito de libertad que sin duda constituye el Grito de Asencio. “Un puñado de patriotas orientales, cansado ya de humillaciones, había decretado su libertad en la villa de Mercedes: llena la medida del sufrimiento por unos procedimientos los más escandalosos del déspota que les oprimía, habían librado solo a sus brazos el triunfo de la justicia; y tal vez hasta entonces no era ofrecido al templo del patriotismo un voto ni más puro, ni más glorioso, ni más arriesgado: en él se tocaba sin remedio aquella terrible alternativa de vencer o morir libres, y para huir este extremo, era preciso que los puñales de paisanos pasasen por encima de las bayonetas veteranas. […] Permítame V.S. que llame un momento su consideración sobre esta admirable alarma con la que simpatizó la campaña toda y que hará su mayor y eterna gloria. No eran los paisanos sueltos, ni aquellos que debían su existencia a su jornal o sueldo, los solos que se movían; vecinos establecidos, poseedores de buena suerte y de todas las comodidades que ofrece este suelo, eran los que se convertían repentinamente en soldados, los que abandonaban sus intereses, sus casas, sus familias; los que iban, acaso por primera vez, a presentar su vida a los riesgos de una guerra, los que dejaban acompañadas de un triste llanto a sus mujeres e hijos, en fin, los que sordos a la voz de la naturaleza, oían solo la de la Patria. Este era el primer paso para su libertad: y cualesquiera que sean los sacrificios que ella exija, V.S. conocerá bien el desprendimiento universal y la elevación de sentimientos poco común que se necesita para tamañas empresas, y que merece sin duda ocupar un lugar distinguido en la historia de nuestra revolución”. Tal es el testimonio de Artigas sobre estos hechos, el testimonio de alguien que, sin duda, estuvo detrás porque es absolutamente impensable imaginarse una revolución como la oriental sin identificar claramente al caudillo, al conductor, al hombre reconocido que generaba el apoyo de todos los orientales. Desde aquel tiempo a esta República de hoy existe un largo camino. Pero los hilos conductores de la libertad y de la definición como República siguen
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siendo los mismos. Esta República se anima en aquellas Instrucciones que nacieron en el Año XIII y que constituyen, sin duda, la esencia de nuestro sistema republicano y libertario. Si buscamos las raíces de nuestra patria, claramente tendremos que llegar a este 28 de febrero como su comienzo. Pero en este largo proceso, donde se fue afirmando la República Oriental del Uruguay, bueno es recordar que ya en tiempos artiguistas, las patentes de corso que se otorgaban en la lucha contra el imperio español y portugués hacían referencia a la República Oriental del Uruguay y estaban firmadas por José Artigas. Todos nosotros somos tributarios de ese pasado. Tenemos por delante el desafío del presente para tratar de generar un mejor futuro para todos los uruguayos, para todos los orientales. En ese esfuerzo ciertamente debemos poner el acento en las cosas que nos unen, más que en nuestras diferencias. Nuestras diferencias debemos exponerlas, en todo caso, para fortalecer los acuerdos, pero es la esencia, el acento en lo que nos une, lo que, en definitiva, hará fuerte e indestructible esta tierra. Diputadas y Diputados: en este largo tiempo, sin duda contribuyeron muchas pasiones a forjar esta tierra y esta República, pero solamente hay alguien que nos dignifica e identifica a todos como esencia de ese sentido patriótico del que hoy todos estamos poseídos: José Artigas, su ideario, su confianza y su fe en la creación de una República y de una Confederación de Repúblicas. Porque, más allá de que se le ha querido reconocer como fundador de un concepto federal, Artigas era en esencia un confederado. Todos nosotros nos sentimos profundamente emocionados por estar acá y compartir con ustedes la esencia misma de nuestro sentido republicano y libertario. ¡Viva José Artigas! ¡Viva la Patria! (Aplausos) SEÑORA PRESIDENTA (Passada).- Buenos días a todos: a los señores Ministros aquí presentes; al señor Intendente Guillermo Besozzi; a las autoridades nacionales; a los representantes diplomáticos, a los ex Presidentes de la República; al señor Prosecretario de la Presidencia de la República, doctor Diego Cánepa; a las autoridades militares; al señor Obispo de la Diócesis de Mercedes, monseñor Carlos Collazzi; a toda la Comisión del Bicentenario, y un saludo y un recono-
cimiento a todos mis colegas y a los funcionarios de la Cámara de Representantes que están presentes en esta sesión, así como también a los Senadores de la República que también nos están acompañando. Fundamentalmente, queremos saludar al pueblo de Soriano, que hoy es capaz de recordar ideas y valores que han dado contenido, sin lugar a dudas, a nuestra nación. Hoy es un día histórico para el país, y no tengan dudas, pueblo de Soriano, porque aquí nació la patria. Y no tengan dudas, pueblo de Soriano, de que va a constar en la versión taquigráfica de esta sesión solemne que el 28 de febrero de 1811 nació la patria. También tendremos la responsabilidad -y ya convido a los Representantes Nacionales y a los Senadores aquí presentes- de tomar el planteo que han hecho nuestros colegas de reivindicar, como corresponde, el 28 de febrero de aquí en más. (Aplausos) ——Esta sesión solemne tendrá un lugar en las páginas de nuestra historia, con el Parlamento reunido en esta jornada, conformando un cabildo abierto donde Representantes y pueblo estamos todos juntos. Hoy no hay divisas partidarias. Hoy hay memoria viva para reconstruir nuestra historia con la misma libertad con que lo hicieron nuestros antepasados. Por ello, esta conmemoración del bicentenario es una reafirmación de nuestra vocación de pueblo libre. Vamos a hacer algunas referencias. La revolución de 1811 no contó con la memoria de ilustrados o de intelectuales urbanos. En eso fuimos distintos a lo ocurrido en el resto de las revoluciones hispanoamericanas. Fue una protesta rural, del campo; fue una respuesta a la ciudad y a ese Montevideo contrarrevolucionario. La Admirable Alarma revolucionaria se extiende por toda la Banda Oriental y tiene a don José Gervasio Artigas como su protagonista. Se inicia cuando aquel 15 de febrero de 1811 abandona las fuerzas destacadas en Colonia y decide conducir él mismo el proceso de la Revolución Oriental. Tanto fue así que un oficio del Ministerio de la Marina de la época hace referencia a su pasaje por los pueblos y a la manera casi mágica en que los exhortaba a unirse a la revolución. En la mañana del 28 de febrero de 1811, en la revuelta de Asencio, al frente estaban paisanos que no querían esperar más ante la
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opresión. Eran tiempos que los ponían en el cruce de caminos de elegir entre la libertad o la muerte. El caudillo, nuestro prócer, conocedor del gaucho y de su gente, supo trasmitir el pensamiento y los valores que cimentaron los pilares de la revolución: ideales republicanos, federalismo y política de tierras. Hay una idea de Artigas que se arraigaba en el proceso de febrero de 1811: la igualdad. Para Artigas, la igualdad era casi una obsesión; por eso, su plan político era una organización antimonárquica, con autonomía militar y económica. Fue el sentimiento revolucionario que agrupó a la población de la campaña, sin ningún tipo de distinciones -ni de razas-, enfrentando a la aristocracia criolla. Por eso, las tropas de nuestro prócer eran irregulares y se sumaban al paso de la revolución los paisanos que se encontraban en el camino. En ese devenir histórico y vertiginoso se fue moldeando el dibujo histórico de nuestra nación, bajo la semblanza del caudillo, con los rasgos de nuestros hombres del campo. Su autoridad emana de la proclamación espontánea y natural de los gauchos e indígenas, retobados e indoblegables frente al autoritarismo de la ciudad. Comprender el sentimiento de nuestras raíces como nación nos ayuda a descifrar el Uruguay de hoy y a visualizarnos de una manera diferente en el contexto regional e internacional. Algunos autores de la época, y otros no tan lejanos, llegan a decir que el levantamiento de febrero fue el levantamiento de los instintos. ¿Y qué son los instintos? Para el gaucho, para los indígenas, para los mulatos y para los matreros era una revolución contra el poder. Ellos no sabían nada de leyes ni de autonomía; querían ser libres. Febrero de 1811 fue un grito contra la injusticia y el autoritarismo. Fue un grito de libertad por el derecho a tener sus tierras. Esa rebeldía -colegas- forma parte de nosotros como una huella indeleble. Es nuestro pasado, es nuestro presente y debe ser nuestro futuro. Ustedes, pueblo, a partir de hoy ya no están solos para luchar por esta fecha histórica. Solo el valor de un pueblo como el oriental es capaz de abandonar su lugar, sus pertenencias y seguir a su caudillo en busca de la libertad, en un acontecimiento doloroso pero inolvidable. Sin lugar a du-
das, se estaban fundando las bases de un pueblo en busca de su identidad. Es un hecho de entrega y sabiduría que no registra la historia de América. El éxodo o la “Redota” -como le decían nuestros gauchoses un llamado a la ética. Nos atrevemos a decir que entre el Grito de Asencio y la “Redota” hay un patrimonio insustituible que convive con nosotros. Es el sello de nuestra patria. Por eso, el 28 de febrero de 1811, ese puñado de hombres y mujeres de esta tierra -y todos esos anónimos que, generalmente, no están en las páginas de los libros de historia que leemos- tomaron partido a favor de la libertad. Son héroes, no por las glorias militares sino por la entrega en la lucha por sus ideales y por la libertad que buscaban. Sin importar las consecuencias, deseaban estas tierras libres para sus hijos, para ustedes, para nosotros, para el pueblo. Artigas fue capaz de construir un pueblo en armas, donde los indios, los negros, los mulatos, los gauchos, los curas rebeldes, se entremezclaban en el sueño de la patria liberada. Supo trasmitir el ideal de la Patria Grande Federada con un lenguaje sencillo y creíble. Estas ideas se fueron impregnando en orientales como Pedro Viera y José Benavídez -como decían oradores anteriores- y las pusieron de manifiesto en la madrugada gloriosa del 28 de febrero de 1811. La fuerte decisión de tener un gobierno común era la nueva construcción política y social que se daba en el proceso. Era tan simple como entregar los derechos al pueblo. Allí se estaba gestando el verdadero poder popular que estaba arraigado en el campo. ¿Cuánto nos separan y cuánto nos acercan estos doscientos años? ¿Acaso ustedes, pueblo, no siguen estando separados del poder central de la capital? Hace doscientos años, el interior profundo estaba sometido al control de la capital. ¿Esta concepción no continúa aún en nuestras estructuras nacionales? Estamos intentando cambiarlas y queremos acelerar ese proceso. ¿Estamos dispuestos, en la actualidad, a repoblar nuestro campo y a impedir que sus habitantes emigren a la capital? Cuando hablamos de apostar al cambio, al futuro, a la innovación, a la ciencia, a la investigación, a esa revolución educativa que precisa nuestro país y que hoy se debate, ¿no deberíamos retomar el impulso que generó el movimiento de 1811, priorizando la nación?
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Resulta indispensable apostar a la descentralización, a las ideas transformadoras que acompañen los desafíos del presente dejando atrás el exclusivo centralismo montevideano y el conservadurismo enquistado en algunos de sus intelectuales y académicos. El mejor homenaje que hoy podemos hacer en este Bicentenario, no es solo conmemorarlo, debemos retomar las ideas y los sentimientos de quienes forjaron nuestra nacionalidad y levantaron sus banderas. Hoy, revivir nuestra historia significa: luchar contra la pobreza en cada rincón de nuestro país; que cada uruguayo tenga igualdad de oportunidades; que podamos hacer de esta tierra una patria solidaria donde “nadie es más que nadie”. Estamos, señores Representantes, en excelentes condiciones para tener la misma posición que el 28 de febrero de 1811 tuvo un puñado de orientales. ¿De
qué serviría la evocación de estos actos si no nos apropiáramos de la historia para poner la misma entrega, la misma humildad y ese espíritu republicano de aquella época? Hay tiempos que llaman a la patria. Hay tiempos que no merecen otra entrega, queridos compatriotas, que de una vez por todas los más infelices sean los más privilegiados. Y, ¡vaya que nosotros, el Parlamento uruguayo, tenemos la responsabilidad histórica de concretarlo, porque el pueblo así lo decidió! Gracias. (Aplausos) ——No habiendo más asuntos a tratar, se levanta la sesión. (Es la hora 12 y 32)
IVONNE PASSADA PRESIDENTA
Dr. José Pedro Montero Secretario Relator
Dr. Marti Dalgalarrondo Añón Secretario Redactor
Héctor Luis González Director del Cuerpo de Taquígrafos
Dep. Legal N° 322.569/01 Impreso en la División Ediciones de la Cámara de Representantes